Primero
fue una débil sonrisa, preludio de una incipiente carcajada que amenazaba con
explotar en cualquier momento. Las muecas se sucedían mientras evitaba soltar
la risa. Una risa contenida, reforzada por inoportuna y por manifestarse en
circunstancias y lugar inapropiados. Al final estallé. La señora sentada a mi
lado me miró con mala cara, lógico. Menos mal que el autobús no estaba
abarrotado, aun así me convertí en el centro de atención de los presentes. Lo
malo fue que cuando me estaba calmando, volví a mirar la pantalla. Allí estaba
otra vez la noticia, que sin ser graciosa en sí misma, más bien al contrario,
derivó mi imaginación a visiones surrealistas. Decía así: En Elvintong Airfiel (Reino Unido), Ray Biddis batió el récord de
velocidad en moto funeraria. De nuevo pasó ante mis ojos la comitiva
corriendo detrás de la moto, para no perder de vista el ataúd y llegar a tiempo
al entierro supongo. Como consecuencia de esto no he vuelto a mirar la pantalla
cuando voy en autobús, ahora me dedico a mirar por la ventanilla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario