lunes, 25 de febrero de 2013

EL RÉCORD



Primero fue una débil sonrisa, preludio de una incipiente carcajada que amenazaba con explotar en cualquier momento. Las muecas se sucedían mientras evitaba soltar la risa. Una risa contenida, reforzada por inoportuna y por manifestarse en circunstancias y lugar inapropiados. Al final estallé. La señora sentada a mi lado me miró con mala cara, lógico. Menos mal que el autobús no estaba abarrotado, aun así me convertí en el centro de atención de los presentes. Lo malo fue que cuando me estaba calmando, volví a mirar la pantalla. Allí estaba otra vez la noticia, que sin ser graciosa en sí misma, más bien al contrario, derivó mi imaginación a visiones surrealistas. Decía así: En Elvintong Airfiel (Reino Unido), Ray Biddis batió el récord de velocidad en moto funeraria. De nuevo pasó ante mis ojos la comitiva corriendo detrás de la moto, para no perder de vista el ataúd y llegar a tiempo al entierro supongo. Como consecuencia de esto no he vuelto a mirar la pantalla cuando voy en autobús, ahora me dedico a mirar por la ventanilla.